Como cuidadores de niños, nuestro trabajo se mezcla con la vida cotidiana. ¿Cómo integrar a los pequeños recibidos y valorar las tareas del día a día? Preparar una comida, un pastel, platos, recoger verduras pueden ser actividades divertidas, agradables y contribuir al desarrollo de los niños. ¿Por qué no integrarlos «educativamente» en un proyecto de acogida?
La vida cotidiana puntúa los días.
Es factible que las labores del día a día sucedan en un día, y aunque en general se solicita que acabemos la menor cantidad de labores del día con los niños que están bajo nuestra custodia, aún encajan perfectamente en una tierna bienvenida.
Hacer la comida, planchar, poner la mesa, y otras actividades que parece que son repetitivas y sin interés, pero para nosotros, así como para los niños, todas estas actividades son posible que sean fuente de agrado y libertad. Cuando inquirimos sobre la zona de estas actividades y la manera en que las realizamos, podemos alterna la visión que tenemos de las acciones diarias. La visión de los infantes es muy distinta a la de nosotros, en contraste con la de los mayores, ellos se encuentran en el momento actual haciendo las cosas a su propio ritmo y otorgando importancia a cada cosa, nosotros únicamente visualizamos el objetivo y concluimos la labor. Desde la perspectiva del menor, los deberes del día a día tienen una nueva acepción. Y observarás que es necesario mucha destreza además de ser recompensador.
La existencia cotidiana posibilita la utilización de temporizadores, estos actos de la existencia cotidiana son como ceremonias, en el momento del medio día la comida, los recipientes, es significativo la cadencia y las estructuras durante el día. Imponerle al menor su manera, de acuerdo a su tamaño y habilidades, lo incorpora en las actividades ordinarias y le otorga importancia, lo apoya en los deberes del día a día, lo estima y le apoya para progresar. Además le proporciona al menor una sensación de lapso.
haz como los adultos
Los juguetes de salón, los juguetes de mercado y los juegos simbólicos son muy demandados por los menores de dos años. Les agrada actuar en calidad de mayores. En ese caso, ¿por qué no aconsejar que obran y dejan de brincar?
Ofrecerles a los infantes menores tareas para que las realice junto a usted es una gran acción. Las habilidades y capacidades de los infantes menores de edad normalmente se negligencían, están repletas de recursos y disposición positiva. En el momento en que le ofreces tu asistencia en una labor, estás valorando al menor al considerarlo y valorando sus habilidades. El infante se transforma en artista no sólo durante sus acciones sino también durante las de la comunidad. Los comportamientos ordinarios requieren planificación y apilamiento.
Cuando redacta su proyecto de hospedaje, es posible que pueda describir la manera en la que la contribución puede estar incorporada en las actividades ordinarias y tener toda su importancia. Por causa de que le proporciona al menor la oportunidad de progresar en su psicomotricidad, en sus vínculos afectivos y en su entendimiento.
Los deberes de la vida real no son sino momentos de labor donde podemos participar y aprender al mismo tiempo, todo está sujeto a la visión que tenemos y de la manera en que las concebimos.
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